Un intento de reforma agraria: las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena

La élite reformista del siglo XVIII consideraba que una de las causas principales del atraso y decadencia que padecía el país era la despoblación. Esta convicción, unida a los éxitos logrados por Prusia con la repoblación de sus comarcas más deprimidas, despertó una verdadera fiebre por repoblar y colonizar aquellas tierras que, a pesar de sus posibilidades, permanecían desiertas y yermas. Una de estas comarcas era Sierra Morena, situada estratégicamente en la única vía de penetración hacia las tierras meridionales. Más la empresa de Sierra Morena no sería exclusivamente demográfica, fue asimismo una obra de seguridad y orden público y, sobre todo, de ensayo de una sociedad nueva sin ninguna de las lacras contra las que la ilustración venían luchando sin mucho éxito.

Así, en 1766 el ministro Campomanes, aconsejado por Pablo de Olavide, promovió las colonizaciones de terrenos baldíos, estratégicos para las comunicaciones interiores marcadas por el bandolerismo, nacidas del proyecto rechazado de colonizar tierras del Nuevo Mundo. Y Sierra Morena sería el principal centro de atención como punto estratégico entre Madrid y Cádiz y ejemplo modélico del éxito de este proyecto.

Los objetivos que prevalecieron y que marcaron la creación de Las Nuevas Poblaciones fueron fundamentalmente tres: 1.- La creación de una sociedad ideal que sirviera de modelo al resto del país y, especialmente, a los pueblos limítrofes que acogerían los nuevos núcleos de población. Los ideales de la Ilustración se manifestaban perfectamente en este arquetipo absoluto imaginado por Olavide: la razón iluminando una nueva sociedad impoluta nacida al margen de un penoso legado histórico. 2.- Mantener la seguridad y el orden público en el Camino Real que conectaba Madrid con Andalucía. 3.- Recuperar demográficamente una zona que había perdido gran parte de su población con las epidemias que se sucedían desde el siglo XVII. Supuso el espacio novedoso y el más amplio proceso de colonización interior de España, con la creación de dos grupos de Nuevas Poblaciones: las de Sierra Morena, formada por Aldeaquemada, Santa Elena, La Carolina, Carboneros, Guarromán, Arquillos y Montizón y unas 27 aldeas en tierras de Jaén; y las de Andalucía, constituidas por La Carlota, Fuente Palmera, San Sebastián de los Ballesteros y La Luisiana con 15 aldeas más integradas en Córdoba y Sevilla. Un total de 53 poblaciones nuevas. Cuando en 1835 dieron por finalizado el Fuero, los resultados fueron:

• Remitió notablemente el bandolerismo, aunque sin erradicarlo definitivamente.
• Se abrieron nuevos caminos y se mejoraron los ya existentes.
• El castellano absorbió el lenguaje materno de las personas extranjeras.
• Se produjo la mezcla de las personas.
• Se afincaron 16375 personas en la zona.
• Se levantaron 43 poblaciones.
• Se pusieron en explotación agrícola 903,85 km2 nuevos.
• Ser consiguió que todas las colonias estuvieran en condiciones de valerse por sí mismas.

Dos siglos y medio después sobreviven las poblaciones herederas de aquella epopeya, donde nació una nueva sociedad producto de la mezcla de orígenes territoriales tan distintos, lenguas y culturas. Hoy, las Nuevas Poblaciones tienen identidad propia cultural dentro de la identidad andaluza y española. Sus apellidos, sus rasgos físicos, y algunos elementos culturales vinculados a sus fiestas les singularizan.

Además se conocen los orígenes de las colanas y los colonos, las poblaciones de donde salieron sus antepasados y antepasadas y se han celebrado en los años pasados el 250 aniversario del Fuero de las Nuevas Poblaciones, donde la red de municipios y personas del mundo de la cultura han organizado una amplia programación de actividades para recordar y fortalecer los vínculos entre sus poblaciones y en ocasiones con los pueblos de origen de los colonos y colonas en diferentes países centroeuropeos, creando la Comisión Nacional del 250 Aniversario de Las Nuevas Poblaciones, como entidad organizadora.